Valledupar, donde el viento suena como acordeón

Conjunto Vallenato, Valledupar

Una madre ingrávida que se aproxima el octavo mes de gestación, escucha un gallo cantar, pero realmente el sonido no es de un gallo sino de El Doroy, una serpiente barbuda que habita en el Río Guatapurí en cercanías a Valledupar.

Valledupar proviene del nombre del Valle de Upar, nombre del Cacique de este valle hermoso en cercanías de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esta ciudad fue fundada en 1505 como enlace de la ruta que llevaba de Santa Marta al centro del país por el Río Grande del Magdalena. Allí vivían los indígenas Eupari y aprovechando que el valle era bañado por el Río Guatapurí se convirtió en un centro ganadero.

Los valduparenses o vallenatos, como erróneamente se le llama a la gente de Valledupar, son los máximos exponentes del folclore nacional con su ritmo musical que ha logrado traspasar fronteras y ser un referente cultural colombiano. El vallenato es un ritmo que representa nuestra idiosincrasia cultural. Tiene la mezcla de las tres culturas nacionales: La caja, de tradición africana; la guacharaca, de tradición indígena; y el acordeón, de tradición europea. Hoy Valledupar es el pueblo que ha visto nacer a juglares vallenatos y acordeoneros que se han convertido en leyendas en las parrandas vallenatas que se celebran desde antaño.

Está por ejemplo la leyenda de Francisco el Hombre que después de parranda se encontró con el diablo y los desafió en un duelo de acordeones. Cuando el diablo tocó, el cielo y todo Valledupar se llenó de oscuridad, pero Francisco el Hombre lo venció cantando el credo al revés y devolviendo la luz a la región. Así nacieron muchas historias de acordeoneros que hacían pactos con el diablo o con Dios para ser los mejores de la región.

Por eso en la capital del Cesar se celebra el afamado Festival de la Leyenda Vallenata, en donde intérpretes del vallenato se dan cita para coronar a un rey cada año. La lucha de trovadores es como si fuera de púgiles, pero en vez de puños, se amedrentan a ritmo de puya e ingeniosas frases que ponen en ridículo al otro participante.

En la canción Compae Chipuco que interpreta el cantautor Carlos Vives se reseña con precisión la naturaleza de la gente de Valledupar. La canción reza: Soy vallenato de verdad, tengo las patas bien pintá, con mi sombrero bien alón, Y pa´remate me gusta el ron.

Compae Chipuco es uno de los tantos personajes célebres del municipio. También está la Conchi Araujo, secuestrada y masacrada por la guerrilla y quien también fue fundadora del Festival de la Leyenda Vallenata. Está Kaleth Morales el cantante que revolucionó el vallenato con el género de Nueva Ola. Y se encuentra la familia López, que pese a que no son vallenatos, quisieron a esta región como propia.

El nombre de la plaza principal lleva el nombre del presidente liberal Alfonso López Pumarejo, al igual que el aeropuerto. También se reconoce a su hijo Alfonso López Michelsen en el monumento del maestro Arenas Betancourt al MRL, movimiento liberal que creó este líder político del Frente Nacional.

La sociedad vallenata es meramente católica y devota del patrono del pueblo el Santo Ecce Homo. Alfonso López Pumarejo en alguna ocasión le regaló al santo unas cadenas de oro en agradecimiento de favores recibidos y cuentan que en una Semana Santa se las quitaron y el Cristo se puso pesado y se negó a salir de la iglesia, tuvieron que devolverle las cadenas de López que hasta el día de hoy ostenta la imagen en la Iglesia de la Concepción.

La tierra vallenata está repleta de mitos, leyendas de fantasmas y seres mitológicos que convierten esta tierra en región rica de tradición oral y cultural, sin olvidar que es una de las más importantes representantes del folclore nacional. Por eso esta madre embarazada al escuchar al El Doroy no siente miedo y se soba su esférica barriga pues sabe que la leyenda le pronostica que parirá un macho cantor. Valledupar es una tierra de música vallenata y leyendas vivas que cohabitan con la historia oficial del pueblo.

José Báez G.

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