El monstruo del Lago de Tota

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Cuando vas llegando por la carretera, el lago aparece como un mar interior que se quiere tragar las montañas. Pero cuando uno se detiene a tomar la fotografía de rigor, se da cuenta que está quietito. 

Hace frío porque estamos a pocos kilómetros de un páramo y el lago llama los vientos que le quema los pómulos a los campesinos. El cielo se refleja en el agua y entonces el lago pasa de un verde pino a un azul marino en cuestión de segundos. 

Los pueblos costeros con el lago parecen pueblos fantasmas. Luego de las cinco de la tarde la gente se encierra en las casas para evadir el viento que corre a toda prisa por las callejuelas y golpea puertas y ventanas. 

Las ruanas son un abrigo insuficiente. El frío se mete por las medias y sube por tus piernas hasta hacerte tiritar, Lo único que te calienta es una buena cazuela de trucha arcoiris, el plato predilecto para los turistas.

Es el lago más grande de Colombia. Lago y no laguna, porque tiene afluentes y efluentes, es decir ríos que desembocan y se originan en sus aguas. Tiene cinco islas y en la parte suroccidental una playa de arena blanca donde se puede ver la imagen onírica de un campesino enruanado montando jetsky.

Dicen también que el lago tiene un monstruo. Un supuesto animal acuático con cabeza de buey y cuerpo de ballena. Jiménez de Quesada fue el primero en oír las creencias de los indígenas. Decían que era un demonio y que por eso, las aguas del lago eran innavegables. Manuel Ancízar, escritor y político colombiano que trabajó en la comisión coreográfica de Agustín Codazzi, lo llamó el «Diabloballena».

El lago yace silencioso y amenazado por la extensión de cultivos de cebolla larga. Ya nada tiene narrativa. Sus muelles lucen abandonados y los hoteles parecen pequeños refugios del silencio. Nadie habla del monstruo porque desde que llegaron los españoles, mataron la creencia indígena, y se convirtió en un lago frío donde se da la trucha y acerías Paz del Río consume sus aguas por galones.

Igual ha pasado con la laguna de Iguaque y la de Guatavita. Nos han robado nuestra historia y los monstruos mitológicos han desaparecidos para darle paso a la razón y la exploración de hidrocarburos. Yo creo en el «Diabloballena» o ‘Muyso Akyqake’ como se llama en lengua indígena. Creo que está dormido en el fondo del lago. Aburrido de ver que el hombre ha perdido el miedo y el placer de narrar y crear mitos.

Hoy el lago, el verdadero monstruo, está amenazado por exploraciones petroleras pues se cree que bajo el cuerpo de agua hay crudo. El año pasado Tota recibió un premio que busca blindar el lago como ecosistema y hay un hombre que nada cada año sus gélidas aguas para defenderlo. Pero lo cierto es que ni un premio, ni un nadador, ni este escrito podrán hacer mucho ante las decisiones del gobierno que cree que el bienestar es sinónimo de inversión extranjera.

 José Ricardo Báez G.

2 comentarios en “El monstruo del Lago de Tota

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